Capitulo IV
Había pasado una semana… una maldita semana desde que Harry Potter, el maldito mocoso que salvó al mundo mágico lo hubiera proclamado completamente suyo ¡Suyo! Por amor a… lo que sea que les guiara la maldita vida.
Severus había tenido que vivir de todo. Desde los murmullos de pasillos por parte de los mentecatos alumnos que habían tenido la desdicha de atravesarse en su camino, los cuales evidentemente quedaron en castigo, tares, bajas de puntos para sus respectivas casas. Sin excepción. ¡Hasta a un par de Slytherin se había encontrado departiendo de lo que había dicho Potter en el salón de pociones! Y lo peor de todo. Las malditas insinuaciones por parte de Dumbledore para que le haga caso al mocoso.
¿Es que el puto mundo mágico se había vuelto loco?
Gracias a Merlín que no había tenido la mala suerte de volver a recibir a su madre en el despacho. Cosa que no había tomado en cuenta y que ahora empezaba a ver sospechosamente.
Normalmente su madre había asistido al colegio a lo menos una vez a la semana, siempre para el mismo asunto. Su estado civil.
No quería ni imaginarse que es lo que pasaría si se llega a enterar de que un chico como Harry Potter decía estar perdidamente enamorado de él.
Es que realmente era absurdo.
Él era un hombre madura. Había vivido dos guerras y ellas estaban marcadas a fuego en su cuerpo. Su humor era tan podrido como su actitud.
Era francamente imposible que un muchacho como Harry Potter, quien había sido el receptor de su aguda imaginación al tiempo de dar cátedra de un amplio vocabulario volcado a la ironía. Se viera de un momento al otro, enamorado de un hombre que podía ser su padre.
Ahora tenía que ir a dar su particular clase con los séptimos cursos. Incompatiblemente con Gryffindor y Slytherin.
Un nuevo suplicio para su paciencia y un nuevo material de cotilleo para los absurdos comentarios que esta vez se alimentarían de su ácido sarcasmo, el que pensaba utilizar abiertamente con Potter si no se mantenía a raya.
— Sus materiales en sus puestos y las instrucciones en la pizarra — dijo al tiempo en que entraba a la sala y apuntaba el manto de zinc con su varita para que aparecieran las instrucciones — poción del odio. Terminadas al final de la clase.
El silencio se expandió en el salón. Nadie parecía moverse.
>>Las parejas las elegiré yo — dijo llegando al frente y tomando asiento tras su escritorio, algo que normalmente no hacia, pero en este momento lo necesitaba para no tener que maldecir a alguien por su mal humor — Thomas con Goyle; Zabini con Weasley; Patil con Buldstrode; Crabbe con Granger; Potter con Malfoy; Parkinson con Finnigan; Longbottom con Davis; Nott con Brown… empiecen.
Todas las parejas empezaron a trabajar, tratando de no molestar demasiado a su profesor, que a leguas, se notara de deficiente humor.
— Así que, Potter – le dijo Draco, mientras machacaba los escarabajos* que necesitaban para la preparación de la poción — con que estas enamorado de mi padrino — le dijo en tono de broma.
— Con que estas enamorado de mi mejor amigo — le dijo el moreno, devolviéndole la sonrisa hipócrita que tenia el rubio.
— Touche gatito — le dijo sonriendo de lado — ten cuidado con las raíces de margarita** — le dijo al ver que las cortaba demasiado gruesas.
— Deja de fastidiarme y veré, si es que pongo un poco de atención.
— Mira, Potter — le dijo dejando el cuchillo al lado de su puesto — deja tu frustración de lado, por favor. No quiero que mis notas se vuelvan mediocres por tener que compartir mi trabajo contigo.
— No estoy frustrado, Malfoy — le dijo de mala manera, sin notar que Severus los estaba observando desde hace rato, mientras movía el pie tras ellos — deja de joder.
— Ya quisieras que te…
— ¡No te voy a permitir…!
— ¡Pueden dejar de molestar, ambos! — Los chicos se estremecieron al voltear y darse cuenta que toda la clase (con Snape incluido) estaban atentos a su infantil discusión — Potter y Malfoy… fuera.
— Pero Profesor — trató de excusarse el moreno.
— ¡Dije fuera… ahora! — su voz se notaba aterradora.
Harry sintió que se desinflaba en su asiento y finalmente guardo sus cosas. No miró a nadie, solamente salió del salón ante la atenta mirada del profesor.
Tenía tanta rabia. Quería golpear a alguien y pobre del idiota que se le acercara, por que se llevaría la paliza de su vida.
— ¿Alguna razón por la que quieras derretir las paredes del colegio con tu aura negativa, Harry? — Preguntó una voz a sus espaldas y logro que el menor se volteara — Supongo que una de esas razones es que te encuentres fuera de las mazmorras en tu horario de clases ¿Verdad?
— Director — suspiró cansado. Ya ni sabía por que estaba mas molesto, si por la pelea con Draco o por que eso lograra que no pudiera ver a Severus por unas horas.
— Por que no me acompañas al jardín… hay muchas cosas de las que tenemos que hablar, Harry.
Potter se sintió completamente inquieto ante la mirada fija del director, por lo que prefirió no darle mas vueltas al asunto y acompañar al viejo.
Dumbledore le indicó con la mano que siguiera caminando frente a él.
— Sabes, Harry — le dijo caminando por un sendero que comunicaba con el lago — sé que tienes buenas intenciones, muchacho y que estas sinceramente enamorado de Severus.
— Pero él n me cree — dijo abatid.
— Es que no es fácil para él el creerte — le dijo sonriendo mientras tiraba una piedrita al agua — creo que eres el único que puede convencerlo de ser amado, se dejar que el cariño que sé que tiene por dentro, se deje fluir.
— Un poco difícil si aun cree que lo que siento por él es mentira.
— Solo tienes que esforzarte un poco más, Harry – le dijo caminando hacia el castillo — recuerda que tú eres capas de muchas cosas. Unas buenas y otras mejores.
Harry sonrió ante las palabras del viejo, mientras miraba el lago. Hacía frío, pero le gustaba la sensación del viento en su cara.
— Así que aquí estas, Potter.
— No tengo ganas de pelear contigo, Malfoy — le dijo sin mirarlo — ya bastante hiciste al hacer que Severus me sacara de la clase.
— ¿Te atreves a llamarlo por su nombre?
— ¿Por qué no? Alguien me dijo algo muy cierto — le dijo mirándolo y sonriendo de lado — cuando sea su esposo, no lo llamaré profesor. Así que por que no hacerlo desde ahora, no pierdo nada.
— Solo puntos para su casa — dijo Severus a sus espaldas, haciendo que ambos se voltearan y se encontraran de frente a su profesor de pociones — sácate esa absurda idea de la cabeza, Potter — le dijo acercándose amenazadoramente — nunca. Escúchalo bien. Nunca te desposaría — sus palabras eran hirientes y era lo que precisamente buscaba — eres un mocoso caprichoso que no sabe distinguir entre el amor y una fantasía.
— ¡No voy a permitirle que juzgue mis sentimientos! — le dijo con los ojos anegados en lagrimas — si no me quiere, pues bien. Usted vera. No tiene por que decir que lo que yo siento es mentira, por que solamente yo los entiendo, yo los siento.
Se dio vuelta y se encaminó lejos de esas dos serpientes. Ya estaba cansado de que todo el mundo pensara que podían intervenir en sus decisiones.
Desde un poco mas lejos, Severus y Draco veían como se alejaba el chico que vivió, pero sin que ninguno pudiera hacer algo, vieron como el mocoso descuidado (palabras de Severus) tropezaba por su caminar enojado y cayendo hacia un lado… el lado del lago.
— ¡Demonios, Potter! — dijo caminando en direccional a donde se había caído el “mocoso”
Cuando llegaron al lado donde se había caído, Draco empezó a preocuparse realmente que Potter no saliera a flote.
— He… ¿Padrino? — Llamó al hombre a su lado — ¿No se estará ahogando, verdad?
— Potter sabe nadar, Draco. Recuerda la prueba del torneo — le dijo serio, pero empezando a impacientarse de que no saliera a flote.
— Según recuerdo… eso fue gracias a las branquialgas — dijo con decisión.
Severus lo miró durante un par de segundos. Escuchando el problema en las palabras del rubio… hasta que las encontró.
— ¡Demonios!
Se lanzó al lago y trató de mirar para todos lados. Buscando a Harry en las inmediaciones. No podía localizarlo. Hasta que por fin lo vio. Estaba tratando de luchar contra unas algas que lo tenían sujeto del tobillo. Se apresuró allegar a su lado, viendo que Harry ponía cada vez menos esfuerzos en sus movimientos y como las burbujas salían de su boca de manera alarmantemente rápido. Se estaba ahogando.
Llegó a su lado y vio la desesperación en sus pequeños ojos verdes. Tenía que lograr que aguantara respirar, pero no se le ocurría nada. Por lo que (maldiciéndose internamente) decidió que lo mejor es que él mismo le ayudara a respirar.
Sostuvo la cara de Harry entre sus manos y unió sus labios. Harry no dejaba de patalear y no habría la boca, por lo que puso una mano en su barbilla y logro hacerlo abrir la boca, transmitiéndole una buena cantidad de aire desde sus propios pulmones.
Se sumergió un poco para poder desenredar el pie del menor y así sacarlo del lago.
Cuando estuvo finalmente liberado, lo sostuvo desde la cintura y comenzó a nadar hacia la orilla.
Harry estaba en una situación difícil. Emocionado por haber probado los labios de su amado y casi trastornado al ver que se le agotaba el aire que el profesor le había pasado.
Finalmente salieron a la superficie y Draco ayudo a Severus a sacar el cuerpo casi inerte de Harry.
— ¡¿Qué demonios le pasaba?! — le pregunto el rubio. Negándose a pensar que Potter fuese tan idiota como para ahogarse en el lago.
— Unas algas no le permitían salir a flote — dijo sosteniéndolo en brazos — hay que llevarlo a la enfermería.
Sentía como el cuerpo de Harry se estremecía en sus brazos.
— Fr… fr… frío — decía tiritando y haciendo castañear sus dientes.
— Padrino… se esta congelando.
— Creedme que lo se, Draco — le dijo arto de escuchar las obvias deducciones del rubio — el maldito lago debe de estar a unos seis grados bajo cero.
— Pero tu no estas tiritando — le dijo entrando al castillo tras Severus.
— Yo no estaba ahogándome — le dijo apretando mas el cuerpo del menor contra el propio — el vivir una situación tensa lo hizo bajar aun mas su sensación térmica.
Llegaron a la enfermería y la enfermera se encargó inmediatamente de su paciente más habitual.
Harry reía ante el entrecejo fruncido de su esposo, mientras los niños lo miraban extrañado.
— Eso fue peligroso, Harry — le dijo Severus con seriedad.
— Quizás, pero fue nuestro primer beso — le dijo divertido — además, gracias a eso, Draco y Ron se decidieron a hablar finalmente.
— ¿Por qué? — Preguntó la pequeña Casiopea.
— Por que Ron vino a verme enseguida y vio que Draco no me había dejado solo en ningún momento, por eso ahora están juntos. Se dio cuenta de que no es un completo id…
— ¡Harry! — Le regañó al ver que iba a decir una palabra inapropiada para sus hijos — es hora de ir a comer.
— Pero aun quiero saber como fue que se declararon — les dijo Antares.
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