21 abril, 2011

Cuando tú y ella se aliaron (5º capítulo)

Capitulo V

— No te frustres, Harry — decía la mujer, mientras acariciaba los cabellos del adolescente que estaba acostado en el césped y estaba apoyado en las piernas de su “suegra”
— Nunca va a quererme.
— No puedes rendirte ahora, pequeño. Tienes que lograr que Severus se de cuenta de lo mucho que vales.
— Ese día estaba furioso, cuando fue a ver si ya había reaccionado — dijo casi ausente — ¡No me habla desde ese día! — chilló con rabia — tres días, Eileen. ¡Tres días en que ni siquiera escucho su voz!
— Mi hijo es un poco extremista…
— ¿Un poco? — Le dijo incorporándose  — no tuve la culpa. Fue accidente que no tenía planeado.
— Pero le dijiste cuando te fue a ver que ese había sido el primer beso que compartían.
— Bien… tenía que probar suerte ¿Verdad? — volvió a acomodar su cabeza en el regazo de la mujer. Era francamente relajante estar así — realmente ya no se que hacer.
— Ay, Harry — le dijo sonriendo, mientras corría el cabello de la cara del chico — ¡Harry, estar ardiendo! — Puso la mano en su frente — tienes que ir a la enfermería.
— Me siento bien, no se a que te refieres — dijo levantándose y como siempre pasa cuando confía en lo inevitable, sintió que su mundo se ponía de cabeza — wow, de verdad eso fue fuerte.
— Te dije que deberías ir a que te revisen.
— Oh… — dijo poniendo una sonrisa de lado viendo al castillo — es hora de ir a ver a Severus.
— ¿Qué pretende tu cabecita enamorada?
— Pienso en una teleserie muggle — dijo parándose con la ayuda de la mujer — es hora de ponerse meloso-romántico.
— Espero que te resulte, cariño — le dijo con ternura — solo Merlín sabe cuanto quiero que mi hijo se de cuenta de lo grandioso que eres para él.
— Yo también, Eileen, yo también.
Con cuidado, tratando de no marearse más antes de llegar a su destino, fue recorriendo los pasillos del colegio hasta llegar a las mazmorras. Sabía que Severus no lo recibiría muy bien, pero esta era la única oportunidad que tendría para utilizar sus dotes de actor.
— ¿Qué haces aquí, Potter?
Harry se congeló en su puesto, pro no por eso olvidó su plan. Hizo como que se caía de espaldas y con agrado sintió que Severus lo sostenía.
— No me siento bien — dijo sin mirarlo — creo que tengo fiebre.
— No puede ser — dijo el mayor rodando los ojos — tienes que ir a la enfermería.
— ¿No tiene usted algo que me ayude? — le dijo casi, casi con angustia — no quiero seguir molestando a madame Pomfrey.
— Pero si me puedes molestar a mi, ¿Vedad? — Le dijo apoyándolo en la muralla. Sentía que le quemaba tenerlo entre sus brazos.
— Solo sé que usted tiene pociones para todos — dijo con inocencia.
Severus lo miró, como quien mira a un bicho de nueve cabezas aplastado en el piso. Nunca había pensado escuchar que Harry Potter alabara su hermosa ciencia. Pociones.
— Bien — dijo con resignación.
Harry vio como su plan iba tomando curso cuando se dio cuenta que caminaban en dirección al despacho del hombre. Ahora solo tenía que presionar un poco más. 
— Profesor — lo llamó con voz lastimera, atrayendo al hombre — no me… siento bien — le dijo sosteniéndolo del brazo.
Severus se volteo y lo sostuvo, muy a su reticencia y complacencia de Harry. Lo llevó por el camino que llevaba a su despacho y abrió la puerta, permitiendo que el chico entrara.
— Sentado y callado — le dijo con tono inflexible. Fue a su dispensario y sacó un vial para dárselo al menor — bebe de una vez.
Harry miró el vial y luego a Severus.
— ¿Qué es esto?
— Tan iletrado como siempre — dijo con desprecio — es una poción pimentónica, Potter. Dudo bastante que sepa sus propiedades…
— Lo sé, Severus.
— Ya te lo dije una vez, Potter. No te he autorizado a que me llames por mi nombre.
— Pero si es un nombre hermoso — dijo divertido. Eileen le había comentado que Severus aborrecía su nombre — lo digo con todo respeto.
— Aunque lo hicieras acompañado de una reverencia, seguiría siendo una impertinencia — su paciencia estaba colmándose a velocidades impresionantes — ahora sería bueno que se fuera. Duerma un rato y se sentirá mejor.
— ¿Puedo dormir aquí? No me creo capas de llegar a mi habitación.
— No lo creo, Potter — dijo rodando los ojos. Ese mocoso era realmente imparable — vete antes de que me enfade más de lo que lo he hecho ya.
— Esta bien, Severus — vio como la esquina de la ceja de su amado, vibraba por la rabia — pero no desistiré. Conseguiré que te enamores de mí.
— No malgastes tu tiempo.
— No lo hago — le dijo acercándose, muy a la incomodidad del hombre — te amo y lograré que me ames también.
Harry llegó a su lado y lo besó con cuidado. No quería que lo volviera a apartar. Quería que respondiera a su avance, pero no podía hacerse más ilusiones de las que tenía. Severus no le correspondía.
Se alejó y soltó el aire que le quedaba dando un paso atrás.
>> Creo que eso fue demasiado — dijo volteándose — lamento mi descontrol, profesor. No se volverá a repetir.
Severus estaba estático en su lugar. No podía creer que ese beso le hubiera… gustado.
¡Merlín! Era Harry Potter, por amor a todo lo divino.
Simplemente se pudo quedar en su lugar, mientras las manos le picaban  por tomarlo y acercarlo a su cuerpo, pero cuando se dio cuenta de que no estaba, se dirigió con prisa a la salida. Lo vio doblar en la esquina y una parte de su cerebro (esa que le decía que actuara razonablemente y se quedara en su despacho) quedo olvidada en cuanto avanzó por el pasillo en dirección a la salida.
¿Por qué Harry iba al patio?
¡¿Desde cuando era Harry y no Potter?!
Lo vio llegar al lago y se dio cuenta que había alguien apoyado en el árbol y no lograba ver quien es. Solo vio cuando Harry se acostaba en el suelo y apoyaba la cabeza en lo que, esperaba, fueran las piernas de esa persona.
Fue simple curiosidad la que lo movió. No hubo ni celos ni nada por el estilo.
Llegó a la parte trasera y escucho como Harry hablaba, simplemente se recargó en el árbol, esperando que nadie lo viera en tan incómoda situación.
— Ahora si que lo arruine todo — decía Harry, con tono apesadumbrado — lo bebé, y no creas. Fue la sensación más sublime que he sentido en mi vida — Severus sonrió de lado al escuchar como ahora se emocionaba — realmente lo amo, y aunque tus métodos de conquistas son un poco… extremos. Creo que tengo que seguir — así que esa era la persona que alentaba al chico a hacer todas esas locuras — no se que haría si no lo tuviera cerca. ¿Que voy a hacer cuando ya no este en Hogwarts, Eileen?
Severus dio más de un paso atrás. Quizás recorrió un par de metros y no lo notó.
¿Eileen?
¿Cuántas Eileen podían existir, que le dieran ideas a un adolescente enamorado para conquistarlo y que al final lograra su más grande deseo, el que se casara?
La sangre le hirvió y se acercó con rapidez.
— ¡¿No podías simplemente mantenerte al margen de mi vida?!
Harry se puso de pie rápidamente, pero como se sentía mal, se mareo. Solo fueron las rápidas manos de Severus que lo sostuvo antes de irse de cabeza.
— Gracias — le dijo cerrando los ojos — creo que mejor me quedo en el suelo.
Severus lo ayudó a sentarse nuevamente y miró a su madre de manera reprobatoria.
— ¿Podrías acompañarme, madre? — Dijo enojado.
— No creo que sea el momento adecuado, hijo — le dijo mirando al menor — Harry no se siente bien y…
— No te salvaras de esto — le dijo seriamente y luego se volteo para quedar de frente a Harry, que los miraba desde el suelo — Arriba, Potter. Es mejor que te lleve a tu torre.
Harry los miró y analizó sus posibilidades y además, la mirada molesta que le había enviado Severus a Eileen, no le presagiaba nada bueno.
— Creo que es lo mejor — dijo tratando de levantarse y sintió como Severus lo ayudaba por un brazo — gracias — se volteo y le dio un beso en la mejilla a Eileen — nos vemos otro día.
— Cuídate, cariño — le dijo dándole una dulce caricia en la mejilla.
Severus lo acompaño por el pasillo, sin hablar ni una sola cosa, pero cuando estuvieron a los pies de la escalera que los llevaba al retrato de la dama gorda, fue cuando Severus lo detuvo.
— Me gustaría saber desde cuando conoces a mi madre, Potter — no quería sonar demasiado duro. Aun estaba abstraído por el asunto del beso.
— Bien — lo pensó un poco y recordó el día en que vio a Eileen salir de su despacho y él lo había mal interpretado, pero no creía que eso fuera bueno decir en ese momento. Quizás, mas adelante, cuando estuvieran casados y con hijos, sería una buena historia. — Creo que hace unas tres semanas.
— O sea. El tiempo que llevas acosándome.
— No estoy acosándolo — le dijo cruzando sus brazos — le dije lo que siempre debí haberle dicho — a estas alturas, ya habían un par de alumnos de cada casa, mirándolos reñir, como siempre — fue, es y será el hombre mas increíble que conozco. No podría enamorarme de otra persona que no fuera usted.
— Vete a tu cuarto, Potter. La fiebre te hace delirar — las palabras de Harry le habían removido por completo, pero en este momento estaba demasiado molesto con su madre como para que tuviera que pensar mas en esas cosas.
— ¿Puedo pedirle un favor? — Le preguntó Harry, notando como el entrecejo se le arrugaba.
— Mientras no me pidas un beso…
— Todavía no — dijo sonriendo por las palabras, pero luego se mordió el labio y lo miró a los ojos — No sea demasiado duro con su madre, por favor — se acercó un poco, solo un poco, para que los demás dejaran de escuchar — ella lo ama, quizás lo mismo que yo, pero de diferente manera.
No dijo nada mas, solo volteo y se fue por las escaleras.
Severus lo vio alejarse y se dirigió de nuevo al patio.  Mientras todo el mundo empezaba a hablar a sus espaldas. Trató de no poner atención a las palabras. Lo único que quería era hablar con esa mujer. Justamente la que venia caminando en su dirección.
— Sígueme — le dijo pasando a su lado, sin detenerse. Cuando llegaron a su despacho la hizo entrar y cerró la puerta de un portazo — ¡¿En que pensabas, madre?! — Le gritó, descargando toda su rabia.
— En que ese chico es perfecto para ti — su tono, mirada y postura, eran un conjunto de paz y relajación — Harry es maravilloso y te ama.
— Y tú lo alientas a perseguirme ¿Verdad? — Se puso a dar vueltas en la habitación — ¿Sabes acaso lo que dicen de él? ¿Sabias que dicen que es mi puta?
— ¡Eso es ridículo, hijo! — Le dijo sosteniéndolo — tienes que detener esos comentarios. Dañarán a Harry.
— No creo que más de lo que le hace juntarse contigo — se dejó caer en el primer sillón que tuvo a su alcance — no me importan los demás.
— Pero si Harry, ¿Verdad, Severus? — Le dijo parándose a su lado mirándolo analíticamente  — el chico te gusta, encuentras admirable su actitud y te mueres por besarlo de nuevo.
— ¿Qué crees que eres? ¿Una psicoanalista? — Le dijo molesto. Mucho más por que sabía, esas palabras eran correctas — quiero que nos dejes en paz, madre.
— ¿A ti y a Harry?
— Sabes perfectamente a lo que me refiero.
— Quizás, hijo — le dijo agachándose y besando su frente — sólo abre tu corazón. Harry es realmente merecedor de el y sé que no te arrepentirás de dejarlo amarte.
Severus se quedó solo en el despacho, mientras recordaba que un joven en ese mismo edificio, estaba dispuesto a darle su corazón, a cambio de su amor.
— Harry Potter — dijo saboreando el nombre — ¿Cómo te saco ahora de mi cabeza?
No podía hacer más que recordar, el suave contacto de sus labios al besarlo.



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